miércoles, 4 de agosto de 2010

lero lero


necesidad imperiosa de ser más eficaz.
odio tratar con este tipo de personas y tengo sobradas razones para creer que son una mierda horrible que se mueve en un ámbito putrefacto y rapiñero, pero más odio darme cuenta de mi ineficacia laboral, que es lo único que nos une a mí y a estas mujeres entradas en carnes, años y vernisagges varias. 
me paralizo y no se decir. no se gritarle, señora. no me sale mandarla a la reconcha de su madre. entonces me acuerdo, claro, de la casa paterna. me acuerdo del no poder gritar. de que se me ocurrieran frases brillantes y argumentos contundentes dos horas después de haber terminado de llorar. ya no servía de mucho. 
y claro, a veces me resulta gracioso o notable o tristísimo esa cosa mía de dedicarme al estudio de lo contingente, de lo que pasó y no de otra cosa. esa mini afición a la fotografía por lo maravilloso del instante congelado. entonces me da una bronca y un miedo terrible eso de ser tan de manual, tan legible y facilonga. 
me compré un chocolate ASI de grande y me voy a cocinar el risotto vegetal más rico del mundo. y después me voy a clavar una película pochoclera y pelotuda de cuevana.com 
a ver si se me desanuda la porquería un poco nomás.

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