cruzar un puentecito, debajo las vías del tren. las manos frías y el metal oxidado del puente, frío también.
sigo a dos adolescentes hasta lo que parecía un puesto de choripanes pero es una especie de cabaña, con un pasillo largo que da a la escuela. entramos y nos sumamos al púlpito frente al altar. es un colegio católico, pensé. aparentemente yo iba en calidad de acompañante de un hermano al que pierdo de vista y a mi derecha un chico me toca la punta de los dedos con su mano. como ultimamente me propuse que en los sueños está bien agarrar viaje, o por lo menos me convencí de que estoy controlando al muñequito animado que hace de mí, le agarro fuerte la mano y él me susurra al oído que ya está bien, que nos vamos.