"Se que los colores son importantes para quienes me rodean, así que uso los nombres de los colores cuando me es necesario comunicarme con ellos. Pero los colores en sí mismos no significan nada para mí. Cuando era joven pensaba a menudo que sería maravilloso ver los colores, pues así podría obtener el permiso de conducir y llevar una vida normal. Y suponía que, de haber existido un medio que me hubiera permitido adquirir la visión de los colores, me habría abierto un nuevo mundo, como si hubiera sido sordo y de repente me hubiera sido posible escuchar la música. Sería, probablemente, un hecho muy interesante, pero también muy desconcertante. El color es algo con lo que tienes que crecer y madurar: afecta a tu cerebro, a todo tu sistema orgánico, al modo como reaccionas a los estímulos procedentes del mundo que te rodea. Recibir el color como una especie de apéndice a una edad relativamente madura, sería abrumador; tal vez ni siquiera sería posible asimilar la enorme cantidad de nueva información que ello implicaría. Conferiría nuevos atributos a todo, lo cual tal vez acabaría desquiciándome por completo. O quizás el color me decepcionaría, no sería lo que yo esperaba. ¿Quién puede saberlo?"
Knut, acromatópsico. Pag. 82. "La isla de los ciegos al color", O.Sacks
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