bueno, salta estuvo bien. no pude ver las momiecitas incas, pero toda la parte académica estuvo, digamos, correcta. el problema fue el avión, por supuesto. mi mente me ganó por goleada. el viaje en sí, objetivamente, tranquilo. pero empecé a tener como una especie de claustrofobia feroz. tenía que salir. tenía que bajar. que moverme. que gritar. que pedir por mi mami. entonces empezamos con la cantinela de la respiración: inhalamos en cuatro tiempos, esperamos dos, largamos el aire en cuatro. mm. no, no funciona. uf, el corazón. la rubia que al lado mío leía una novela que debía ser malísima (nada que en su título incluya la palabra "costura" puede ser digno de mi interés) seguro lo estaba escuchando o suponiendo que nada bueno podía venir de ese temblequear de mi blusa producto de las palpitaciones estruendosas. claro que tener que confortar a una neurótica en el aire no es lo que se dice un panorama interesante para ningún pasajero de avión. pasamos al plan número 2: tararear canciones con la mente. empezando por las clásicas que tranquilizan, como el mantra hare krishna o "...these are a few of my favourite things". ah, pero ya no funcionan! es como cuando marge y homero discuten y ponen rancheras mexicanas a todo volumen para que sus hijos no los oigan y cuando lisa escucha las trompetas mariachis le entran escalofríos. efecto paradojal, decía el prospecto. entonces optamos por hacer un playlist mental de canciones que tuvieran algún tipo de complejidad melódica, que fueran lo suficientemente largas como para que yo hiciera una cuenta de cuántas tendría que cantarme hasta llegar.
y llegué. y estuvo bien.
a la vuelta decidí que tenía que colocarme con algo. un tecito anti-stress de saint gottard que mezclaba tilo, valeriana, manzanilla, pasionaria y otras hierbas. yo lo llamo el clonazepam de los yuyos. ah, y además me compré la rolling stone donde estaba el de calle 13 y me distraje lo suficiente como para no notar la turbulencia. además vi que en el viaje venían no uno sino dos curas. y de esos que tienen hábitos marrones. deben ser franciscanos, pensé. estos seguro no le entran a los monaguillos. y dios cuida de los suyos, me dije mientras estrujaba en la mano transpirada las estampitas de krishna, eva duarte, la santa paraguaya y the golden shiny virgin mary.