un trámite de visa a los estados unidos. pero en un banco. todo muy azul, muy pulcro. un baño y una rubia que lloraba con el corazón roto. le creía como no suelo creerles angustia a las rubias. la magia del sueño.
corte y aparezco en una ruta cordobesa. igual a la que nos llevaba en auto del aeropuerto a carlos paz. mi menemismo tuvo aviones, pero en vuelos de cabotaje. corte y estoy en una cama, durmiendo de costado. pero no es mi cama. todo sigue siendo muy azul.
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lectura de verano, entremezclada con apuntes medievales: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de O. Sacks, el mismo de La isla de los ciegos al color. Me encantan muy mucho los vaivenes imprevistos de las mentes afásicas. Una de las historias que me metió un poco de miedo por cuestiones de proximidad es esa del tipo que se despierta y no reconoce su pierna. Al empujar lo que cree que es un cacho de carne ajena, se cae detrás del mismo envión. Está convencido de que una enfermera le acaba de injertar una pierna muerta que robó de la morgue.
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quiero ver la de sofia coppola. no me importa si es una porquería de historia como las vírgenes suicidas, mientras la banda de sonido valga la pena y haya aunque sea una chica linda.