lunes, 15 de noviembre de 2010

lunes

había un cuento en Socorro! Uno que me asustaba más que todos. Había un nene de la calle, así, pequeño y querible. Un señor rico con pinta de grandote bonachón un poco que lo adopta y el nene siente que el panorama va a mejorar. O uno lee eso y quiere creer, pero sabe que bueno, es un cuento dentro de una antología de terror, así que no hay que entusiasmarse demasiado.
Cuestión que cual Frankestein de las pampas, el rico bonachón le transplanta el cerebro o el alma o algo vital y muy propio del niño de la calle a su hijo, otro gordo ricachón en potencia. Muy en potencia, porque yace comatoso en un sanatorio para gente bien, la suizo-argentina o similar. El niño de la calle de a poco entiende su suerte y queda preso en esa cárcel de carne que es ese envase desproporcionado del otro y quiere gritar, quiere irse, pero ya es otro y no hay nada que hacer más que acostumbrarse.

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