Me gustaría tener una reflexión sesuda acerca de lo que me produjo el frenesí patriótico non-stop de los últimos cuatro días. algo así, bien pensado, en dónde pueda hacer algún tipo de interpretación sobre las particularidades de la idiosincrasia argentina o qué opino acerca de bartolina sisa en una galería presidencial, al lado de perón y mariano moreno (lo pusieron a Rosas, chabón! y no me lo ponen a güemes...). pero cada vez más me doy cuenta de que soy el tipo de persona promedio, así onda estadística, que llora con los trucos eficaces hollywoodenses (sí, yo también caigo como chorlita con las bandas de sonido efectistas tipo coldplay o alguna asquerosidad por el estilo), que se alegra porque la selección ganó 5-0 y argentinos juniors (que originalmente se llamaban "martires de chicago", epa) salió campeón. Y a eso hay que sumarle que también soy el tipo de persona promedio que cree no serlo, mientras lee el Radar los domingos, le hace caso a Fresán en sus consejos anglófilos de libros, música y series que hay que consumir y se siente súper indie, súper guachiguau, con un gato y anteojos y una remera fucsia de anarquistas glam.
Qué quiero decir con esto? No sé realmente. Hay cosas que cambiaron y me gustan. Y se siente tan raro no contarse entre las filas de la oposición...
Ah, y los jaivas, una cosa de locos. una mezcla bizarra entre folklore andino, pink floyd con barret y king crimson tocando sikuris.
En otro orden de cosas, la herida cicatrizó y he vuelto moderadamente al alcohol y a la fritanga.
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